viernes, 27 de enero de 2012

Esperando a Maya.

Vive en un rinconcito de mi alma. A veces me hace sentir que es toda suya y domina mi vida y mis pensamientos. De cuando en cuando, se esconde en su rincón, silenciosa, y pienso que puede haberse ido para siempre.

La imagino pequeña y tímida. Quizá lleva un larguísimo flequillo que, sin éxito, intenta quitarse a soplidos de la cara. Apenas se le ven los ojos, tras esa cortina que la protege del mundo, pero su mirada es inteligente. Le encanta observar, y se siente cómoda en su silencio, un silencio que no siempre hace que los demás se sientan tan cómodos como ella. Tiene un don para escuchar, pero no se siente segura si son los demás los que escuchan lo que ella dice.

Se oculta tras sus letras. Se siente inmensamente feliz escribiendo. La inseguridad de hace años dejó paso a la satisfacción de haberse hecho un huequito en el corazón de sus lectores. Sus ideas, cuando escribe, resultan firmes, convincentes, estudiadas. Se expresa con minuciosidad. Intenta buscar siempre la palabra apropiada, la que más se ajuste a lo que siente, porque Maya sólo escribe cuando siente…

Quizá algunos penséis que es pesimista, pero siempre ve un rayo de sol al final de su camino. A veces se deja vencer por la melancolía, porque tras días caminando, el sol no parece estar nunca más cerca. Es mucho más valiente que yo, pero no lo notáis, porque oculto mi cobardía tras su coraje; mi silencio, tras sus palabras; mi frustración, tras la alegría de sus lectores.

A veces, muchas veces, últimamente, ni ella ni yo tenemos demasiado que decir y la echo de menos, porque me falta su voz. Ella tiene mi risa, yo tengo su sensibilidad. Somos dos almas en un sólo cuerpo, pero usamos la misma mente, las mismas manos, y si la musa se escapa, se nos escapa a las dos.

Me preguntáis por ella y yo me encuentro como vosotros, esperando a Maya… Pero la espero, supongo, de una forma mucho menos impaciente, porque sus pensamientos son los míos. A veces la escucho susurrándome extrañas ideas, imponiéndome su visión de la vida, abierta, tolerante, incomprensible incluso para mí, pero dejo que me contagie su romanticismo, su ingenuidad, en muchos casos, y su espíritu aventurero que hace que mi vida no sea del todo normal.

Volverá, pronto, espero, sabiendo que pensáis en ella y que esperáis sus líneas. Hoy, por ser hoy y porque hay alguien a quién le prometí que actualizaría el blog sin falta, soy yo quién os saluda desde este nuestro lugar de encuentro particular.

REBECA.