miércoles, 20 de marzo de 2013

Venidos a menos

      No es fácil ser feliz en estos tiempos que corren. La vida se nos ha rebelado y nos zancadillea constantemente. Cuando miro a mi alrededor me doy cuenta de que en el entorno, más o menos cercano, apenas hay personas a las que les vaya bien. Me refiero a francamente bien. La mayor parte de nosotros llevamos la cabeza un poco gacha y  decenas de heridas de guerra, de las batallas laborales, del amor, de las enfermedades, de la familia. Eso no significa que nos vaya terroríficamente mal, pero hay días en los que cojeamos, nos caemos, nos cuesta mucho levantarnos y en los que se nos hace duro no poder decirle a alguien "Oye, qué bien estoy..."

      Y ya que el día a día es muchas veces una tarea agotadora y frustrante, no nos queda otro remedio que buscar pequeñas recetas de felicidad. Nos enganchamos un ratito al whatsapp, le fisgamos el facebook a nuestros mejores amigos - a veces, incluso, reconozcámoslo, a nuestros más acérrimos enemigos -, vemos esa serie de televisión que nos gusta, leemos ese libro que nos emociona, salimos de tapas, de cañas, de paseo (depende de lo que nos permite la economía), de copas, de cena, de vacaciones, al cine (seguimos dependiendo de la economía) y un día, gracias a una amiga que conoce mi predilección por Pablo Puyol, acabamos en la página de Verkami y colaborando en un proyecto de crowfunding. Y con una pequeña inversión económica, conseguí, inesperadamente, un momento de gran felicidad.

      El domingo pasado asistimos al estreno de Venidos a Menos. Desde enero, momento en el que decidimos participar, hemos formado parte de una pequeña gran familia de mecenas a los que se nos iba informando de los avances del proyecto, del momento en el que se consiguió el objetivo, lo que se iba formalizando con "nuestro dinero"... Un mes después, nos confirmaron la fecha del estreno. Todo muy personalizado y haciendo, de verdad, sentir nuestro peso, aunque fuera pequeño, dentro de esta historia. Continuamos el seguimiento por facebook, por twitter, y por fin llegó el tan esperado momento.

      He de confesaros que el desembolso que realicé estuvo muy lejos de ser justo. Esos 35 míseros euros se convirtieron en dos meses de emocionada espera y un par de horas de emoción descontrolada. Claramente, mi inversión se multiplicó por mil, porque el valor que tuvo esa tarde para mí fue, al menos,  equivalente a un "Oye, qué bien estoy..."

      La risa vale su peso en oro. Cada carcajada compensó muchas de las lágrimas de rabia y tristeza derramadas estos últimos meses. Cada canción, muchas de las largas noches de insomnio. Me sentí privilegiada por formar parte de aquello y un poquito más importante que en mi día a día por haber contribuido a hacer realidad ese sueño de dos fabulosos artistas. Me sentí feliz, FELIZ. Durante un par de horas se me olvidó el mundo y la vida. Sólo existía la música y la risa, una risa casi culpable, por la irreverencia de ciertos aspectos del espectáculo, pero una risa plena, de esas que te hacen desear dejar de reír porque te duele... No reía tanto y tan bien desde el último espectáculo de mis adorados Les Luthiers, a los que, curiosamente, también se nombró esa tarde.

      Y lo mejor de lo mejor es que la sensación de bienestar aún continúa. Tarareo las canciones y sonrío recordando los gestos, los movimientos que las acompañaban. Leo cada crítica, todas fantásticas, y me enorgullece haber estado ahí y saber que por muchas actuaciones que haya, y espero que haya millones, no habrá ninguna igual... Soy consciente de que este estado no durará mucho más, pero quiero pensar que cada vez que escuche el CD nacerá en mí la sonrisa del recuerdo.

      Dice la canción con la que abren el espectáculo " Vivo del arte, vivo de la luna y la pasión, esas son mi inspiración..." En cierto sentido yo también vivo del arte, y no me refiero a estas letritas que os dejo aquí de vez en cuando, sino porque el arte me da vida. La música, el cine, los libros... Pero sobre todo, los directos, y mucho más que cualquier cosa, los espectáculos musicales. La música me da paz en la tormenta, risa en la tristeza, llanto en el desconsuelo. La música es vida, el arte es vida y Venidos a menos fue un rato de vida GENIAL. Si tenéis la suerte de cruzaros en el camino de su gira, recordad que me hizo reír, y no me odiéis si os escandalizáis, porque, al fin y al cabo, la vida es tremendamente escandalosa.

MAYA





lunes, 4 de marzo de 2013

Lápiz robado

          Abro lentamente los ojos. Está nublado, pero es de día... Me cuesta distinguir entre el día y la noche. ¿Cuánto tiempo llevaré dormida? Miro la fecha de mi último post. Más de un año... Lo que empezó siendo un letargo invernal se ha convertido en un estado comatoso con algún breve momento de lucidez.

       Este cuerpo en el que vivo se ha convertido en un hogar un tanto hostil para mí. Sé que ella no lo pretende, pero los condicionantes de su vida me tienen encerrada. Tengo la sensación de que también se tiene encerrada a sí misma. Al contrario que yo, Rebeca no duerme apenas, los nervios le atenazan constantemente y vive en un estado de perpetua ansiedad e insatisfacción. No está acostumbrada a que le chillen y ahora sobrevive a duras penas en un chillido constante, que le priva de la paz que todos merecemos.

       A veces, cuando alguien le pregunta "Qué tal todo" noto cómo se le revuelven las entrañas y acaba diciendo "Tirando", aunque yo sé que lo que de verdad le gustaría sería dejarse caer sobre el suelo y patalear, y llorar, y maldecir, y rendirse.

       Afortunadamente, no se rinde. No estoy segura de cuánto tiempo más su espíritu continuará siendo más fuerte que su desesperanza y su desgana, pero, al menos de momento, aguanta como puede. No deja de sorprenderme que consiga levantarse algunas mañanas, encadenando tantas noches en blanco, pero se levanta, muchas veces con la marca del insomnio tan visible que se le critica por ello, pero se levanta.

       Tiene la suerte de sentirse muy arropada. Se siente un tanto desagradecida, pero no quiere que vosotros penséis que lo es. En realidad, agradece cada gesto de cariño, cada intento de sacarle de su burbuja, pero sobre todo y especialmente, valora el RESPETO con el que sobrelleváis sus ausencias, sus silencios, sus tristezas.

       Por mi parte, llevo meses intentando ayudarle, pero ante el temor de que lo que escribiera fuera demasiado gris, me quitó el lápiz. Se ha despistado hace un rato y he cogido uno que siempre tiene guardado muy cerca de su corazón. Está tan centrada en esta vida tan gris que lleva que no se da cuenta de que su corazón nunca deja de escribir. Yo estoy aquí dentro, vivo al lado, justo a su derecha y lo escucho muchas veces. Desde que me quitó el lápiz no puedo contaros lo que dice, pero sigue hablando en voz alta la mayor parte del tiempo. Yo escucho, en silencio, escucho... 

       No os mentiré, a veces lloro con él. No puedo evitarlo. Ella no llora, hace tiempo decidió no hacerlo, pero yo soy una sentimental. Pero tampoco puedo negar que otras veces me hace reír hasta que me doblo del dolor. Le pasan cosas tan extrañas... Os podría contar grandes aventuras de este año en silencio. Incluso hizo realidad uno de los sueños de su vida. Los recuerdos felices han quedado un poquito miniminazados ante tanta sensación de ahogo, pero existen y perdurarán.

       ¿Me guardáis un secreto? Voy a esconder el lápiz. Seguramente ni se dé cuenta. Quizá sí se la dé, pero no le importe demasiado si lo utilizo. Quizá incluso acabe siendo ella quién me anime a salir. Incluso puede que acabe regalándome una pluma...

       Gracias por esperarme. Os he echado mucho de menos. Espero que no me hayáis olvidado  No ha sido más que un año, y, ¿qué es un año en toda una vida? Y menos ahora que tengo un lápiz...

MAYA