lunes, 21 de octubre de 2013

Para Laura

      Mi querida niña,

     Hace dos meses ya que nos faltas. Ni todo el amor que te rodeaba, ni tu fuerza, ni tus ganas de vivir fueron suficientes para ganar el último embate de la enfermedad a la que te viste sometida. Tú perdiste la guerra, princesa, y todos los que te queríamos perdimos una batalla cuyas heridas no nos queda más remedio que intentar curar. Si no las curamos, querida, te fallamos, porque tú te has ido sin querer marcharte, así que los que nos quedamos, tenemos la obligación de vivir por ti, todo lo que tú no pudiste, todo lo que hubieras deseado.

       Fuiste un regalo para todos nosotros. La impronta que dejas en nuestras vidas es y será imborrable. Tus 13 años, dolorosamente insuficientes, injustamente escasos, han marcado una diferencia en todos los que hemos tenido la increíble suerte de conocerte. Hemos de vivir con tu ausencia, pero al menos podemos hacerlo cargados de recuerdos maravillosos.

        Eres la primera persona que se me va a la que echo en falta cada día. Ocupabas un lugar tan grande en mi corazón y en mis pensamientos que a ratos me cuesta muchísimo apartar tu recuerdo de mi mente. A veces se me caen lágrimas como puños, ya lo sabes, y otras veces sonrío porque me obligo a recordar todo lo bonito que vivimos juntas.

      Mis recuerdos están llenos de canciones, de cuentos, de verbos irregulares, de cotilleos sobre mis nuevas botas, mi obsesión por los broches, tu ilusión por enseñarme tus regalos de cumpleaños, de navidad, de mails que nos cruzábamos y que te obligaba a escribir en inglés para que practicaras, de fotos que hacía a mis sobrinos para enviarte, de programas de la tele que comentábamos (ya vuelve a empezar Tu cara me suena, ¿sabes? Seguro que gana Edurne, ya verás…)

        Este último año, mi dulce niña, ha sido tan difícil… Cómo has sufrido, pequeña, cómo has sufrido… No puedo ni llegar a imaginarme lo que ha sido para tus padres, para tu familia, que se ha mantenido a tu lado luchando como un pequeño ejército hasta el final. ¿Cómo es posible que toda su esperanza y su fe no hayan sido suficientes para salvarte? Si hay alguien que mereciera vivir esa eras tú, Laura… Lo merecías tanto que en todos esos meses de operación, tratamiento, hospital, jamás pensé que llegaría el peor de los finales. Creía tanto en ti, que sacaste mi fe del remoto lugar donde se encontraba.

         Nunca había rezado tanto, te lo prometo. Y en los lugares más insospechados… Sobre todo recé por ti durante tus últimos días. Madeira siempre estará unido a tu recuerdo. Cada foto que hacía era para ti, cada pensamiento mirando al mar infinito era para ti, y el único momento de consciencia de que se avecinaba lo peor llegó allí, mirando al Atlántico. Colgué en facebook una de esas famosas autofotos mías que tanto te gustaban y todo el mundo me dijo lo bonita que estaba. Nadie se dio cuenta, querida mía, de que mis ojos estaban llenos de lágrimas y por eso brillaban tanto y para mí siempre será la foto en la que me despedía de ti.

          Me faltaron muchas cosas que vivir a tu lado. Me hubiera encantado conocer a la magnífica mujer en la que te ibas a convertir. Hubiéramos sido grandes amigas, princesa, las mejores, porque con 25 años de diferencia ya lo fuimos. Hubiéramos ido al cine, al teatro, de viaje… Tengo edad para ser tu madre y sin embargo puedo decir con orgullo que fui tu hermana, porque con una madre maravillosa tenías más que suficiente. En mi corazón siempre seré tu hermana mayor.

        No te pude haber querido más, mi niña, es imposible. Conocerte ha sido una de las cosas más hermosas que me ha pasado en la vida. Sacabas lo mejor de mí, incluso en este año malo y triste por tantas cosas, tú sacabas lo mejor que yo podía darte, y cada sonrisa que tú me regalabas compensaba ampliamente el esfuerzo que yo hacía por sacártela. Ojala hubiera podido darte más… Ojala hubiéramos tenido más tiempo… Pero no lo tuvimos, princesa, se nos agotó, y como consuelo nos queda que, allá donde estés, tu sufrimiento se acabó y llegó tu paz. Y estés donde estés, nunca dejarás de ser el ángel que eras, porque es lo único que tú puedes ser, un Ángel.

        Cierro los ojos y te veo, justo hace dos veranos. Acabamos nuestra última clase antes de las vacaciones y te acompañé a la piscina. Nos despedimos en la puerta con un abrazo enorme y te dije “Te voy a echar mucho de menos”. “Y yo a ti”, contestaste, y te creí, y supe que me querías tanto como yo a ti.

       Te voy a echar mucho de menos, Laura, mi niña, mi princesa. Siempre. Siempre. Siempre… Compartimos el mismo cielo, mis estrellas serán tus estrellas.


MAYA


        Para Carmen y Jose, con mi más profundo cariño. Nunca os agradeceré lo suficiente el haberme hecho sentir parte de vuestra familia, haberme dejado estar a su lado hasta el final, haber permitido que fuera su hermana… Gracias por hacer que una Monster High presida mi salón y por regalarme mis amuletos más preciados. Ya no concibo salir de casa sin su pulsera. Espero que sepáis que estoy aquí y voy a seguir estando aquí para vosotros. SOIS MARAVILLOSOS.