Mi querida niña,
Hace dos meses ya que nos faltas. Ni todo el amor que te
rodeaba, ni tu fuerza, ni tus ganas de vivir fueron suficientes para ganar el
último embate de la enfermedad a la que te viste sometida. Tú perdiste la
guerra, princesa, y todos los que te queríamos perdimos una batalla cuyas
heridas no nos queda más remedio que intentar curar. Si no las curamos,
querida, te fallamos, porque tú te has ido sin querer marcharte, así que los
que nos quedamos, tenemos la obligación de vivir por ti, todo lo que tú no
pudiste, todo lo que hubieras deseado.
Fuiste un regalo para todos nosotros. La impronta que dejas
en nuestras vidas es y será imborrable. Tus 13 años, dolorosamente
insuficientes, injustamente escasos, han marcado una diferencia en todos los
que hemos tenido la increíble suerte de conocerte. Hemos de vivir con tu
ausencia, pero al menos podemos hacerlo cargados de recuerdos maravillosos.
Eres la primera persona que se me va a la que echo en falta
cada día. Ocupabas un lugar tan grande en mi corazón y en mis pensamientos que
a ratos me cuesta muchísimo apartar tu recuerdo de mi mente. A veces se me caen
lágrimas como puños, ya lo sabes, y otras veces sonrío porque me obligo a
recordar todo lo bonito que vivimos juntas.
Mis recuerdos están llenos de canciones, de cuentos, de
verbos irregulares, de cotilleos sobre mis nuevas botas, mi obsesión por los
broches, tu ilusión por enseñarme tus regalos de cumpleaños, de navidad, de
mails que nos cruzábamos y que te obligaba a escribir en inglés para que
practicaras, de fotos que hacía a mis sobrinos para enviarte, de programas de
la tele que comentábamos (ya vuelve a empezar Tu cara me suena, ¿sabes? Seguro
que gana Edurne, ya verás…)
Este último año, mi dulce niña, ha sido tan difícil… Cómo
has sufrido, pequeña, cómo has sufrido… No puedo ni llegar a imaginarme lo que
ha sido para tus padres, para tu familia, que se ha mantenido a tu lado
luchando como un pequeño ejército hasta el final. ¿Cómo es posible que toda su
esperanza y su fe no hayan sido suficientes para salvarte? Si hay alguien que
mereciera vivir esa eras tú, Laura… Lo merecías tanto que en todos esos meses
de operación, tratamiento, hospital, jamás pensé que llegaría el peor de los
finales. Creía tanto en ti, que sacaste mi fe del remoto lugar donde se
encontraba.
Nunca había rezado tanto, te lo prometo. Y en los lugares
más insospechados… Sobre todo recé por ti durante tus últimos días. Madeira
siempre estará unido a tu recuerdo. Cada foto que hacía era para ti, cada
pensamiento mirando al mar infinito era para ti, y el único momento de
consciencia de que se avecinaba lo peor llegó allí, mirando al Atlántico.
Colgué en facebook una de esas famosas autofotos mías que tanto te gustaban y
todo el mundo me dijo lo bonita que estaba. Nadie se dio cuenta, querida mía,
de que mis ojos estaban llenos de lágrimas y por eso brillaban tanto y para mí
siempre será la foto en la que me despedía de ti.
Me faltaron muchas cosas que vivir a tu lado. Me hubiera
encantado conocer a la magnífica mujer en la que te ibas a convertir.
Hubiéramos sido grandes amigas, princesa, las mejores, porque con 25 años de
diferencia ya lo fuimos. Hubiéramos ido al cine, al teatro, de viaje… Tengo
edad para ser tu madre y sin embargo puedo decir con orgullo que fui tu hermana,
porque con una madre maravillosa tenías más que suficiente. En mi corazón
siempre seré tu hermana mayor.
No te pude haber querido más, mi niña, es imposible.
Conocerte ha sido una de las cosas más hermosas que me ha pasado en la vida.
Sacabas lo mejor de mí, incluso en este año malo y triste por tantas cosas, tú
sacabas lo mejor que yo podía darte, y cada sonrisa que tú me regalabas
compensaba ampliamente el esfuerzo que yo hacía por sacártela. Ojala hubiera
podido darte más… Ojala hubiéramos tenido más tiempo… Pero no lo tuvimos,
princesa, se nos agotó, y como consuelo nos queda que, allá donde estés, tu
sufrimiento se acabó y llegó tu paz. Y estés donde estés, nunca dejarás de ser
el ángel que eras, porque es lo único que tú puedes ser, un Ángel.
Cierro los ojos y te veo, justo hace dos veranos. Acabamos
nuestra última clase antes de las vacaciones y te acompañé a la piscina. Nos
despedimos en la puerta con un abrazo enorme y te dije “Te voy a echar mucho de
menos”. “Y yo a ti”, contestaste, y te creí, y supe que me querías tanto como
yo a ti.
Te voy a echar mucho de menos, Laura, mi niña, mi princesa.
Siempre. Siempre. Siempre… Compartimos el mismo cielo, mis estrellas serán tus estrellas.
Para Carmen y Jose, con mi más profundo cariño. Nunca os
agradeceré lo suficiente el haberme hecho sentir parte de vuestra familia,
haberme dejado estar a su lado hasta el final, haber permitido que fuera su
hermana… Gracias por hacer que una Monster High presida mi salón y por regalarme mis amuletos más preciados. Ya no concibo salir de casa sin su pulsera. Espero que sepáis que estoy aquí y voy a seguir estando aquí para vosotros. SOIS MARAVILLOSOS.