Abrió los ojos lentamente, intentando adaptarlos a la luz.
Sentía el agradable calor que la rodeaba cada día al despertarse. Era tan
feliz…
Qué lugar tan hermoso era aquel… Se levantó con cuidado y se
deslizó fuera de la cama, intentando no pisar las flores que cada día
encontraba a su alrededor. ¿Quién dejaría allí todas aquellas flores? ¿Y la
comida? Hacía días que había dejado de preguntárselo y tan sólo lo disfrutaba.
Se sentía perezosa aquella mañana y al mismo tiempo algo
nerviosa. Le parecía que había más flores que de costumbre y le costó mucho
esquivarlas. ¿Qué era ese mareo que sentía? Sin querer darle más importancia,
inspiró sonriendo el aroma de las flores y salió a pasear.
Cómo disfrutaba de su hogar… Era tan hermoso… No se le
ocurría ningún lugar donde pudiera sentirse tan segura como allí. La paz, la
música y la risa siempre le acompañaban, y los días se sucedían de forma
sencilla y natural.
Respiró profundamente y sonrió. De pronto un sonido
atronador rompió su maravilloso silencio. Asustada miró a su alrededor. Había
comenzado a llover. La lluvia caía con tanta fuerza que estaba destrozándolo
todo. La luz desaparecía rápidamente, y mientras la oscuridad se cernía sobre ella,
comenzó a llorar desesperada.
Sin saber qué hacer, decidió empezar a correr. Corría sin
rumbo, adentrándose en el bosque que rodeaba su hogar. Nunca se había alejado
tanto, pero el miedo le obligaba a continuar. Desorientada, a lo lejos, vio una luz. Era
apenas un puntito brillante y la maleza dificultaba sus pasos, pero dejó que le
guiara.
Apenas era capaz de ver nada. La lluvia intensa cegaba sus ojos
y estaba tan cansada que sólo quería
rendirse, pero el puntito luminoso cada vez era más grande. Cuando por fin
llegó hasta él, comprobó que era un agujero. ¿Qué había al otro lado? Acertó a
sacar una mano por allí. ¡Hacía mucho frío! No quería salir, ¡no quería! Pero
miró hacia atrás. Ya no quedaba nada del lugar donde había sido tan feliz. ¿Por
qué estaba pasando todo aquello?
Aterrorizada, sintió como algo agarraba su brazo. El agujero
no era lo suficientemente grande, pero tiraron de ella hasta que consiguieron
sacarla. Hacía un frío terrible. No podía parar de llorar. Voló por los aires
sujetada por unas manos que no conocía. Estaba tan asustada… Sintió como le
limpiaban la cara y la tapaban con una manta. Por algún motivo que no era capaz
de entender, no podía abrir los ojos. La depositaron en otros brazos que
tampoco conocía y sin embargo, aquella voz… ¿Quién era? ¿Por qué le resultaba
tan familiar?
Y entonces, por fin, otra voz familiar, otros brazos. La
calma le iba llegando y lentamente dejó de llorar y de tener frío. El miedo se
alejaba y todo tuvo sentido cuando escuchó
"Alma, te estábamos esperando..."
Éste es mi regalo de cumpleaños para mis queridos amigos Jose y Lorena. Me he perdido vuestra fiesta (maldito dolor...) Pensaba leéroslo en voz alta porque, en fin, quería contaros un cuento, pero ésta ha sido la única forma que se me ha ocurrido para hacéroslo llegar a pesar de mi ausencia.
Ojalá estuviera allí con vosotros. Espero que cada lágrima de rabia que he derramado hoy, se convierta en perlas de alegría el día que llegue Alma.
OS QUIERO CON TODO MI CORAZÓN
REBECA