El AMOR PROPIO es un gran compañero. Es mucho menos popular
que su primo hermano, el AMOR, pero cuando aprendes a convivir con él te das
cuenta de que proporciona un sentimiento muy gratificante, que su pariente
cercano no siempre te regala.
El amor tiene muchos efectos secundarios, alguno de los
cuales son francamente dolorosos, incluso cuando dicha pasión es correspondida.
Por no hablar, por supuesto, cuando ese amor es unidireccional… ( aunque he de
decir que soy muy fan de los amores platónicos, si uno sabe respetarlos como
tal ) Sin embargo, el amor propio no te falla nunca. Jamás es un error saber
respetarse y darse a valer.
No hay que tener miedo a quererse, incluso por encima de los
demás. La generosidad empieza por uno mismo, y no parece demasiado justo darle
al resto lo que no nos damos a nosotros. Es importante aprender a disfrutarse,
saber decir NO, entender que, a veces, anteponer nuestras necesidades a las de
otros, no es un gesto de egoísmo, sino de inteligencia emocional.
Cuando queremos a otros por encima de nosotros perdemos el
equilibrio, puesto que dejamos que sea ese otro el que cargue con el peso de
nuestro bienestar. Si esas personas fallan, el peso que soportan cae, y nuestra
felicidad se golpea contra el suelo ante la imposibilidad de sujetar su caída. Y
es importante ser consciente de que todo el mundo merece y tiene derecho a
fallar…
Amar y ser amado es maravilloso, pero DEPENDER no resulta
práctico. La responsabilidad de nuestra existencia debería ser sobre todo
nuestra. Con ello minimizaríamos la posibilidad de culpar a alguien ajeno de
nuestros fracasos.
Y, ¿se puede compaginar ambos amores? ¿Es posible amar a
otros, que nos amen y, al mismo tiempo no perder la consciencia de nuestra
propia dignidad y autonomía? Yo creo que se puede. La magia se produce cuando
conseguimos rodearnos de espíritus afines, de personas que valoran nuestra
independencia, nuestra sinceridad y nuestra forma de querer, y que entienden
que, quizá, la calidad del amor no depende de la complacencia y de la
intensidad, sino de la pureza de los sentimientos que cada uno somos capaces de
despertar en nuestro entorno.
No os conforméis nunca con menos de lo que sois y lo que merecéis.
Que el amor que os regalen sea tan reconfortante como el que os dediquéis. Que
cuando alguno de vuestros amores os decepcione, tan sólo sintáis que habéis
perdido un peón, y no que se ha acabado la partida. Que la dignidad os acompañe
siempre y os haga sentir orgullosos de las personas que sois. Sed vuestro gran
amor y en algún momento la vida os recompensará y ese amor que proyectéis será
el imán para que os amen de alma a alma, de corazón a corazón.
MAYA.