miércoles, 28 de abril de 2010

Tiempo de sinceridad.

Si hay algo en el mundo que me enfurece y me saca de mis casillas es la hipocresía. Muchas personas la esconden tras una capa de falsa amabilidad, pero es tan, tan fina, que ni siquiera hay que ser demasiado hábil para ver tras ella.

No soporto esas sonrisas, detrás de las cuales tan sólo encuentras ojos fisgones, que valoran tu aspecto, tu vestuario, que te preguntan "¿Qué tal?", como si de verdad les importara, que se interesan por tu familia, y por conocidos comunes y que al marcharse se despiden con un "A ver si quedamos", cuando ambas partes saben que eso nunca sucederá. Es aún peor cuando de pronto te conviertes en receptor de mensajes o correos electrónicos que parecen sacados de un mal libro de autoayuda. "Lo importarse es amarse a uno mismo", "Si me necesitas, yo siempre estaré ahí", "Ante todo, tienes que ser tú mismo". Cuando estás pasando un mal momento emocional todo el mundo se convierte en psicoanalista, y se siente con derecho a ofrecerte los más emotivos consejos.

Vivimos en sociedad, y eso nos obliga a mantener unas ciertas normas de convivencia con nuestro entorno, pero en mi opinión no es educado quién me obliga a mantener una conversación que no quiero mantener. Un cruce de miradas, un gesto con la cabeza, un "hola", con media sonrisa, que indique "Sí, nos conocemos, no nos gustamos y no importa", sería suficiente para mí.

Me incomoda especialmente cuando con esas personas se ha mantenido una relación cercana, íntima, en algunos casos, y entonces resultan aún más ridículos ciertos encuentros. Es muy difícil acostumbrarse y normalizar relaciones que, por ciertos motivos, han evolucionado, y han pasado del todo a la nada. ¿Cómo dejar en el olvido a alguien con quién has compartido vivencias y secretos, que ha sido parte de ti? ¿Cómo conformarte con esa sonrisa falsa, cuando era parte de tus risas? Va pasando el tiempo, y el rencor va dejando paso a la indiferencia, y finalmente, cuando has superado todas las etapas necesarias, llega la nostalgia, y eres capaz de pensar en esas personas con cariño, y atesoras los recuerdos en común, hasta el punto que todo lo demás no importa, y aunque vuestros caminos se separaran, sientes que mereció la pena ese tiempo compartido. El camino hasta llegar a ese momento de revelación es duro y no siempre se llega con éxito. Tan sólo si se vive de una forma digna y se deja de lado la hipocresía es posible.

No resulta sencillo decirle a alguien "No te quiero en mi vida", cuando esas personas te han importado. Sin embargo, tras el trauma de cómo hacerlo, tras la violencia del momento, los nervios y el malestar, lo que queda es la tranquilidad de haber sido fiel a uno mismo y una puerta abierta a un posible reencuentro.

Durante años acumulé en mi vida personas que robaban mi tiempo y energía, sin aportarme demasiado a cambio. Mi necesidad por gustarle a todo el mundo era más fuerte que yo. Aún hay muchas veces en que pierdo la batalla ante esa necesidad, pero tarde o temprano, acabo recuperando la cordura. Los periodos de crisis siempre conllevan una prueba de fuego para la gente que nos rodea. A pesar de ello, el balance siempre acaba siendo positivo, y la hipocresía queda relegada por la honestidad y el cariño sincero que cada uno despertamos en ciertas personas. En ese momento, sólo es necesario respirar hondo, intentar pasar página y esperar a que dejen de llegar mensajes que te desestabilizan tanto, que acabas escribiendo un post para desahogarte...


MAYA.

9 comentarios:

  1. No sé... no puedo estar de acuerdo con todo lo que dices. Creo que en nombre de la sinceridad se cometen grandes tropelías. Siempre he dicho que para mí, la sinceridad no es un fin en si mismo. Es un importante medio que te permite acercarte e intimar con la gente a la que quieres. Es un medio, no un fin, y como tal, se le puede dar buen o mal uso. La sinceridad puede ser grosera, maleducada, presuntuosa, inoportuna, molesta... así a bote pronto.

    Por otra parte, creo que mezclas asuntos. No me parece comparable la pequeña "hipocresía" de ser amable al encontrarnos por la calle a alguien lejano (mucho mejor que cruzar de acera y hacerse el loco), que el problema en sí de normalizar, de buscar su sitio, a una persona que antes estaba en tu "círculo de confianza", parafraseando a Robert Deniro, donde el problema no es esa "falsa amabilidad", sino recolocarle. O aún estando ya recolocado en un rincón muy lejano, sentir cierto interés en el instante del encuentro... ¿es un delito? ¿aunque no te vuelva a mandar un mísero SMS? Creo que todos tenemos claro que no es bueno "quemar puentes".

    A veces, el dolor no es buen consejero. Emitimos ciertos juicios de valor con la realidad teñida como quien lleva un celofán rojo delante de los ojos. Nos parece que es la misma, pero, después de un rato, no nos damos cuenta que lo vemos todo enrojecido. Son juicios duros, severos. En cambio, los juicios hechos desde el cariño, desde el amor, son mucho más indulgentes, tiernos, y nos endurecen menos el corazón.

    Si me buscas, me encuentras ;)

    Un beso de tu anónimo favorito.

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  2. Estimado anónimo:
    No busco que nadie comparta mis ideas, sino tan sólo exponerlas. Que suscite un debate me parece perfecto, en todo caso.
    Estoy de acuerdo contigo en que el dolor no es buen consejero, aunque he de decirte que no he escrito desde el dolor, sino desde la rabia, ya que el momento dolor ya está superado. Lo siento, no puedo evitar sentirme así.
    No me parece cometer una tropelía si, en nombre de la "sinceridad", me aparto de alguien que me provoca dolor. Me parece mucho más cruel simular un interés irreal por una persona a la que inmediatamente apuñalas.
    Lo único que reclamo es tiempo y silencio para no quemar esos puentes de los que hablas. Efectivamente, no puedes pedir sinceridad a quién prefiere mostrar esa "falsa amabilidad". Lo que de verdad sí me parece justo es pedir silencio. Si te das cuenta, no cierro puertas, hablo de un momento en el que llega la nostalgia, pero para llegar a ese momento hace falta un periodo de respeto mutuo. No olvides que vivo en una ciudad pequeña, que las historias, los rumores, los cotilleos, circulan con rapidez...
    En fin, querido anónimo, en algún momento te explicaré cómo surgió la rabieta, y seguramente me entederás mejor, aunque no me des la razón, ni falta que hace.
    Un beso fuerte.

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  3. Mi querida Maya,

    Aunque la distancia nos separa, no dejo de pensar por un momento en cuándo podremos estar juntos y pasar un buen rato.

    Bueno, más o menos, tampoco hay que tomárselo al pie de la letra.

    Para el caso que nos ocupa en este momento, ¿no creés que es más fácil eliminar definitivamente estos mensajes tan fabulosos de auto-ayuda, y seguir viviendo? que nos quedan dos telediarios!!!

    Y muchas veces, no es que por preguntar,(aunque tu interés es tan ínfimo que casi da igual la respuesta, porque esta no ha calado hondo y dentro de 25 minutos lo volverá a preguntar), te conviertas en un "modelo hipócrita", sino que se puede considerar como la típica pregunta, que o haces por cortesía o simplemente, por hablar de algo.

    No le des más vueltas.

    Besos de otro anónimo, bien conocido.

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  4. Que conste que no pretendo llevar razón en nada... son opiniones desde momentos vitales distintos. Creo que nadie la tiene. En fin, en estos momentos de tu vida, mucho ánimo, muchos chacras, mucha energía y muchos besitos, de tu amigo que te quiere,

    Ano.

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  5. Oye, anónimos, que os amontonáis... Que, digo yo, ¿no podríais poner el nombre aunque sepa quienes sois? Y sí, no os preocupéis, que no volveré a tocar este tema. No ha sido más que un "momento desahogo".

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  6. Hola Maya....

    El día 28 de mayo cumpliré (eso espero!!) 50 añitos (¿añazos?!!!) y la verdad es que con el paso del tiempo me he vuelto más tolerante con mi entorno, quizás porque esperaba dar mucho de mí mismo y creo que me he conformado con dar lo que he podido. Hubo un tiempo en que pensaba igual que tú e incluso me dolía la situación de saludar a un hermano (querido de todas formas) con el que tengo poco trato. Pero he aprendido a ver y comprender que los demás, los que queremos y los que no queremos tanto, dan también lo que pueden y hay que acogerlo con agradecimiento.

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  7. A mí no me molesta que me den poco, querido Tony, o incluso que no me den nada. Me duele que me quiten estabilidad, que me mientan a mí y a otros sobre mí, que hagan daño a personas a las que quiero. No es falta de tolerancia, te lo prometo, y tú sabes mejor que nadie el aguante que yo puedo llegar a tener sin perder la sonrisa...
    Bueno, prometo serenarme antes de volver a escribir.

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  8. Pues, Maya, yo sí creo comprenderte, aun sin conocer el caso concreto por el que escribes este post.

    Me encanta leer todo lo que tus amigos anónimos cuentan pero, en la práctica, cuando es tu propio corazón el que hieren, "lo que habría que hacer" da paso a una realidad bien distinta y uno tiende a evitar el dolor, aunque eso le suponga apartarse de la persona que le hace daño. Incluso aunque ese apartarse le haga sacrificar momentos de estar con otras personas queridas y compartidas.

    Cuando una llama te quema te apartas de ella instintivamente. Cuando la quemdaura está curada, vuelves a buscar el calor pero con prudencia y sin acercarte tanto. Todo tiene su momento. Lo importante (y lo que uno trata de aprender) es saber adaptarse a los cambios.

    Besitos muy muy gordos.

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  9. Yo solo voy a decir una frase y puede que parezca que no tiene mucho sentido o como dice una refrán.."NADIE ME HA DADO VELA EN ESTE ENTIERRO.." pero ahí va Maya...VIVIR NO ES SOLO RESPIRAR y qué gusto es cuando se respira y se vive sintiendo al 100% y sin tener miedo de escribir verdades como puños como has hecho tú en este post.
    Un beso y adelante con todas las fases...IRA, DOLOR, NEGACIÓN, ACEPTACIÓN E INDIFERENCIA.
    (ChEr....)

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