En ciertas ocasiones, la vida nos pone en tesituras complicadas, en las que, una rápida decisión y un pequeño o gran esfuerzo, pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguien.
Hace unos días fui yo quién hubo de reaccionar sin tiempo para pensar, y tuve la gran suerte de conseguir un final feliz para un anciano extraviado, suerte que, desgraciadamente, no tuvo mi abuelo, que vivió una circunstancia similar sin final feliz. Cuando le conté mi inquietud por estos recuerdos a una amiga, me dijo que era una lástima que mi abuelo no hubiera tenido a mano un ángel de la guarda... Y la realidad es que, probablemente, todos nosotros, a veces de forma intencionada y otras sin pretenderlo, hemos actuado quizá como guardianes y protectores de otro, o quizá hemos recibido una ayuda desinteresada que en un momento concreto fue fundamental para nosotros.
Hace muchos años, cuando era joven e ingenua, cuando estaba convencida de que aquel gran primer amor sería el único, el eterno, el definitivo, de pronto, una noche, una gran discusión, de la que, obviamente no recuerdo los motivos, y aquellas palabras, que para mí fueron una sentencia de muerte "Quiero que lo dejemos...".
Sumida en la desesperación de quién no quiere creer, de quién piensa que no hay nadie más desgraciado en el mundo que uno mismo, me senté en un bordillo llorando desconsolada, esperando a que el culpable de mi desgracia volviera arrepentido a pedirme perdón y jurarme amor eterno, y ese tipo de cosas típicas de las películas románticas de Hollywood, pero en su lugar, sucedió algo completamente diferente...
Mientras intentaba controlar la respiración con la cabeza entre las piernas, escuché la conversación de unos chicos que pasaban a mi lado: "Tío, ¿qué le pasará? Me está dando un mal rollo...", "Anda, anda, deja y vamos..". Y esa primera voz, se sentó junto a mí, me dijo "No te asustes", pasó su brazo por mis hombros, y esperó pacientemente a que yo dejara de llorar. Hasta ese momento yo ni siquiera le dirigí una mirada, me limité a sentirme reconfortada por su compañía y su silencio. Cuando por fin lo hice, encontré a mi lado a un extraño personaje, alternativo, descuidado y con ojos de buena persona tras unas pequeñas gafas. Me ayudó a ponerme en pie, me preguntó dónde vivía, se lo dije sin dudar, y se ofreció a acompañarme...
Curiosamente, el tiempo y las experiencias harían pensar que fue una tremenda estupidez, en mi estado y con un desconocido, caminando hacia mi casa. Sus amigos, que habían estado esperando, caminaban detrás de nosotros, gastando bromas y haciendo comentarios no muy afortunados, pero mi ángel me decía "Tú tranquila, no les escuches...". Le conté aquella gran tragedia mía, que ahora al recordar no me provoca más que la sonrisa, y él a cambio, me contó la tragedia de su vida, que era un drogadicto en proceso de desintoxicación, que le estaba costando mucho, pero que estaba seguro de que saldría adelante... Me sentí ridícula, estúpida y avergonzada. Cuando llegamos a mi portal, él se quitó un collar de semillas que llevaba al cuello y me dijo "Es un talismán que me regaló mi apoyo en la rehabilitación para que me ayudara a encontrar mi paz interior. Creo que ahora te hace más falta a ti...", y se marchó... Dormí con aquel collar bajo la almohada mucho tiempo, y aún lo tengo guardado en un joyero.
Aquella discusión con mi chico, fue, simplemente, la primera de tantas. Con el paso de los años, el recuerdo que ha seguido conmigo es aquel ángel de la guarda, una noche de sábado, a altas horas de la noche. Se llamaba Fernando, y tan sólo lo vi una vez más desde un autobús. Probablemente él ni siquiera recuerde aquella anécdota, y sin embargo yo lo siento como uno de los momentos más bonitos de mi vida, un ratito en el que alguien, de forma completamente generosa, me regaló su tiempo y su energía, a cambio de nada... Me hubiera encantado tener la oportunidad de darle las gracias por todo aquello, pero nuestros caminos nunca más se cruzaron.
A pesar de haber sufrido grandes decepciones con personas más o menos cercanas, no he perdido la fe en los seres humanos. Me gusta pensar que, llegado el momento y la circunstancia oportuna, todos podemos convertirnos en el Ángel de la Guarda de alguien, y ofrecerle lo mejor que haya dentro de nosotros. Las buenas acciones nunca sobran, y ayudar, de cualquier modo, es una de las cosas más gratificantes de la vida. Ojalá aquella buena acción le reportara a Fernando una satisfacción personal. Ojalá la vida le haya dado grandes recompensas por enjuagar aquella noche, las lágrimas de una niña tonta...
Cómo asumo que no tendré la suerte de volver a encontrarlo nunca, esta pequeña historia se la quiero dedicar a otro ángel en mi vida, una persona que me mantuvo atada a la realidad cuando mi realidad se hizo pedazos hace un poco más de un año, alguien a quién no conozco en persona y que, sin embargo, no sé si acaba de ser consciente de la importancia que tuvo en su día su compañía durante aquel aislamiento voluntario al que me sometí... JAVI, esto es para ti, porque te dije que haríamos algo para celebrar nuestro "aniversario", y éste es mi regalo. Gracias, muchísimas gracias por ser un amigo, por formar parte de mi vida y demostrarle a la gente que cree que las redes sociales son una estupidez, que se equivocan y que la gente como tú, merece la pena, la encuentres donde la encuentres.
MAYA.
Hola mi niña!! Qué preciosidad de post has escrito...!! me ha encantado...mi mas sincera enhorabuena, de verdad... yo hace poquito también recibí la ayuda de mi ángel de la guarda anónimo particular, concretamente, cuando me rompí la pierna, si no llega a ser por ese chico que nunca había visto, que me recogió del suelo y me llevó a urgencias, no se que habría sido de mi... Estoy completamente de acuerdo con lo que has puesto, yo tampoco he perdido la fe en los seres humanos y cualquiera de nosotros podemos ser Ángeles de la Guarda... es una sensación reparadora para el ayudante y para el ayudado...
ResponderEliminarMuchas gracias a todos los Ángeles de nuestro alrededor...
Mil besos y gracias por tus palabras!!
sniff, sniff... me dejo sin palabras, solo pude dar un par de suspiros.... que bonito.
ResponderEliminarMil millones de besos y gracias por tus palabras
Hola guapa, como bien dices todos alguna vez hemos tenido un angel de la guarda a nuestro lad. Aunque no nos hayamos dado cuenta, seguro que alguno habra pasado. No era mi intencion el ser uno de los tuyos pero...yo solo buscaba mano de obra barata para mi granja y mira lo que encontré, una amiga para toda la vida (aunque la pasemos sin conocernos en persona). Muchas gracias por tu regalo, por tus palabras y por ser asi...Gracias y un abrazote.
ResponderEliminar*PD. Me encanta el comentario anterior, si el del anonimo, que bonito y que bien escribe, verdad?? jeje....
La fe en la raza humana ha de empezar por la fe en uno mismo. Yo creo enormemente en la raza humana, aun llena de tonnnntos y cretinos, pero creo en ella. Creo en la posibilidad de cambio, también, de las personas, a veces, antes que ellas mismas.
ResponderEliminarPero para poder creer en la raza humana, creo en mí. Me sé un ángel de la guarda estupendo... aunque a veces viaje bajo radar.
Feliz aniversario, parejas!!
Querida Maya, leyendo tu blog he recordado una preciosa película, Cadena de Favores, si mi neurona no me engaña. Tenía un planteamiento inocente y sencillo: si cada persona que recibe un favor devuelve el favor a otras tres personas, y estas tres prosiguen la cadena con otras tres...podríamos tener un mundo más amable, más comprometido, más humano...Todos hemos vivido situaciones duras ante la indiferencia o incluso la crítica de los demás. Afortunadamente también nos hemos encontrado con nuestros ángeles de la guarda particulares. Haciendo un pequeño esfuerzo de imaginación podemos soñar con esa red que, como esta otra, une a millones de personas con pequeños gestos. La pequeña buena obra de cada día. Ya sabes, a veces es suficiente con ofrecerle al mundo tus rosas...Atentamente, Nube.
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