Definitivamente, debería empezar a desear cosas que sí sé que se van a cumplir con certeza: crisis económicas, catástrofes naturales... Está claro que, como adivina, no tengo precio, y, desde luego, la suerte me sigue siendo esquiva.
La red social que tanta importancia tiene en mi vida ha cambiado su interfaz, de forma que ahora es muy sencillo acceder a las publicaciones antiguas. El principio de este post es lo que compartí con mis agregados, que no siempre amigos, el 31 de diciembre del año pasado.
El primer deseo no se cumpliría nunca, aunque viviera mil años. Cuando se tiene la suerte, como yo la tengo, de tener un corazón habitado por tantísimas personas, esperar erradicar la desgracia de todos ellos es francamente complicado. Ha sido un año de pérdidas familiares para muchos de mis amigos, de miserias laborales en multitud de casos, de enfermedades varias y de grandes o pequeñas tragedias sentimentales, emocionales y personales. Me puede la empatía y no consigo no sufrir con la tristeza de los demás. Ojala hayáis sentido que he estado a la altura de las circunstancias si me habéis necesitado, porque soy absolutamente consciente de que quizá he estado mucho menos pendiente de vosotros de lo que es habitual en mí.
En cuanto a mi situación personal, y pasamos al segundo deseo, no siento que haya mejorado ni un ápice. En pocas palabras, nuevamente puedo mirar hacia atrás y pensar "Qué mierda de año". Sonrío al escribirlo, y es una sonrisa agridulce, la de quién se ha acostumbrado a que las cosas no vayan especialmente bien, y al mismo tiempo de quién sabe que, a pesar de ello, hay muchas cosas lindas a mi alrededor. De hecho, soy capaz de recordar muchos momentos de intensa alegría. Hubo risas, confidencias, magníficas e interminables conversaciones, emoción e ilusión, incluso aún en la convicción de que me he convertido en una persona mucho más fría de lo que me gustaría. A pesar de todo, siempre hay personas que, inevitablemente, consiguen sacarme una sonrisa en los momentos más insospechados. Gracias a todas ellas. No hace falta hacer mención a vuestros nombres, todos sabéis quienes sois. Gracias por cada risa, por cada gesto de cariño, por cada momento de compañía.
Y -qué afortunada- el tercer deseo sí se ha cumplido. ¡Seguís ahí! A veces me cuesta aceptar que no todos somos capaces de ofrecer lo mismo en las relaciones humanas y, me decepciono, me frustro y siento vacíos inmensos, sin darme cuenta de que la forma de sentir y de regalar nuestros sentimientos es tan personal, tan diferente unos de otros, que lo que puede parecer una pizquita para mí, quizá para la persona que me lo da es todo un mundo... A veces me cuesta respirar hondo y aceptar con agrado lo que se me da. A veces no me doy cuenta de la gran suerte que tengo. Debo seguir trabajando a ese respecto.
Gracias a este blog me siento muy cercana a muchos de vosotros. Este año también ha sido el del afianzamiento de nuestra amistad, de nuestros vínculos. Os agradezco vuestra paciencia y vuestro respeto, porque soy consciente de que no siempre es fácil entenderme y aceptar mi hermetistmo. Estas lineas son siempre una puertecita abierta hacia mí y mis pensamientos y, sin embargo, sigue siendo todo un reto para mí compartir mis pequeños problemas, mis inquietudes y mi día a día.
Y aquí llega 2012... Sin deseos esta vez, ¿vale? Vamos a ver cómo va, día a día, sin demasiadas expectativas, y comprobemos todos juntos si seguimos aquí dentro de un año o se cumple la profecía Maya. En ese caso, espero tener un lugar privilegiado en el Apocalipsis, considerando que el título de este blog les hace mucha publicidad a los susodichos. :-)
¡FELIZ 2012!
MAYA