domingo, 31 de octubre de 2010

Pura vida.

La imagen que proyectamos, lo que el resto del mundo ve en nosotros, es algo similar al momento en que escuchamos nuestra voz en un video, en una grabación. No es fácil reconocernos, aunque nos identifiquemos con ciertos rasgos. No siempre nos gusta esa imagen que ofrecemos, y, en otras ocasiones, nos halaga saber lo que otros aprecian en nuestro comportamiento y nuestra forma de ser.

Hace unos días, una persona que aún no me conoce demasiado, pero con la que ya existe un sentimiento de cariño y respeto, me dijo que lo que yo le transmito es "pura vida". Me sorprendió esa definición, cuando en este momento no me siento especialmente viva, y pensé que, en definitiva, lo que le ofrecemos al mundo es absolutamente subjetivo, y, del mismo modo que, quizá de una forma inconsciente a veces, y otras llevados por una intención concreta, no nos comportamos igual con todas las personas, la interpretación y la percepción de dichas personas la mayor parte de las veces escapa a nuestro control.

Tengo una tendencia obsesiva al disimulo y a dar una imagen a los demás que a ratos se desmorona junto con mi estabilidad, y por ello me halagó muchísimo ese "pura vida", porque me pareció una forma muy hermosa de describir a alguien, en un momento en que precisamente no me importa demasiado lo que nadie opine de mí, y no me esfuerzo especialmente por cultivar la imagen de simpatía y amabilidad que he intentado dar siempre. Ser "pura vida" no implica que todo sea positivo, sino que se transmite pasión y sentimientos, y si es cierto que algo de eso se puede apreciar en mí, me alegro infinitamente.

Mi psiquiatra dice que soy una persona narcisista, y sabe que me molesta mucho que utilice ese término, porque lo asocio con rasgos de personalidad negativos: arrogancia, manipulación, humillación a otras personas... Su explicación es que tengo una terrible necesidad de aprobación, y supongo que en cierto sentido, tiene razón, y que a veces cedo al deseo de agradar y busco la gratificación de sentirme querida... Quiero pensar que no perjudico a nadie con ese comportamiento, porque, de hecho, todos necesitamos sentirnos queridos.

Creo que acepto las críticas de una forma elegante, pero hace algún tiempo alguien me dijo que soy egocéntrica y prepotente, y me sentí muy herida. Pensé que se equivocaba, pero que tenía que haber algo que le impulsara a tener ese concepto de mí. Al final, la única realidad, es que hay tantas opiniones como personas, y a lo largo de la vida, supongo que dependiendo de nuestro momento y del momento ajeno, despertamos muy diferentes sentimientos. En mi caso, reconozco que me he sentido rechazada por más personas de las que hubiera imaginado, y que, por algún motivo, suelo despertar reacciones muy radicales, moviéndose ciertas personas, incluso, de los sentimientos más positivos a la negatividad más absoluta...

¿Qué diría yo de mí misma...? Intento ser buena persona, buena hija, buena hermana, buena amiga, y no siempre lo consigo. Soy fiel y leal a la gente a la que amo, y amo con intensidad. Me gusta pensar que no soy rencorosa, pero hay momentos en los que el rencor me vence. Intento ofrecer alegría, incluso aunque muchas veces sólo destile tristeza. Soy mi peor enemiga y, aunque lucho, me rindo más veces de las que debería. Soy extremista y dramática; soy muy feliz, soy muy desgraciada. Estoy viva, a veces me siento muerta. Algunas personas me quieren, otras me desprecian. Respiro profundamente y pienso "Quizá esto sí es ser PURA VIDA..."