miércoles, 2 de noviembre de 2011

Aviones de papel.

En días como hoy, no hay muchas más opciones que ver el mundo oscuro y gris... Bendita lluvia, tan necesaria para la vida como molesta para nuestras rutinas y, muchas veces, un obstáculo para el optimismo. La falta de luz me condiciona, como supongo que le ocurre a muchas personas, y me repliego un tanto sobre mí misma esperando con ansia que el rey Sol regrese cuanto antes para regalarme algo de energía.

Hay otros días, sin embargo, en los que brillando un sol espléndido, uno se siente como uno de esos pequeños personajes animados, a los que persigue persistentemente una pequeña nube negra y lluviosa. Miras a tu alrededor, y sólamente ves sonrisas y rostros bañados por el sol, mientras que por el tuyo resbalan las gotas, ya no sabes bien si por los efectos de la lluvia o por tus propias lágrimas... La realidad no suele corresponder con ninguna de esas dos percepciones; ni eres la única persona salpicada por la lluvia de la tristeza, ni el resto del mundo sonríe mientras tú lloras.

Una de esas pequeñas nubes se instaló sobre mí el otro día. Cuando entreabrí el ojo derecho por la mañana ya estaba ahí, amenazante, junto a la lámpara de mi cuarto, tan intimidante que me costó aún más esfuerzo del habitual salir de la seguridad y el calor que siempre me ofrece mi cama. Intenté ignorarla, pero me acompañó durante toda la mañana y parte de la tarde. Cuando ya había asumido la situación y la humedad comenzaba a calarme el alma, una niña me preguntó,

- "?Sabes hacer aviones de papel?
-"Sí", aseguré sin sentir ninguna duda.
-"¿Me haces uno?, me pidió, mientras sus ojos se iluminaban.
-"Por supuesto..."

Y me lancé a hacer dobleces a aquel papel, dándome cuenta de que hacía al menos 20 años que no me daba por el arte de la papiroflexia, intentando no decepcionar a aquella niña que me miraba con ojos expectantes. Y me olvidé de la nube con manía persecutoria. Con cada pliegue, y la alegría de la peque observándome, la nube se alejaba un poquito más. Después de un avión, vino otro, y otro más. Recordé todos los tipos de aviones que alguien me había enseñado a hacer en algún momento de mi vida, y la niña hacía también los suyos, imitándome con cuidado. Llenamos la mesa de pequeños aviones, muchos de los cuales ni siquiera fuimos capaces de hacer volar. La nube se había ido. La ahuyentó la ilusión de una niña de 9 años por un avión de papel.

Qué hermoso sería recuperar la ilusión de la infancia, esos momentos en que las más absurdas concesiones y situaciones nos hacían tan felices que nada más en el mundo nos importaba. Cierto es que las preocupaciones van apareciendo al dejar atrás la niñez, pero es una lástima que al mismo tiempo perdamos la capacidad de abstraernos y relativizar los malos tiempos... Las nubes negras no van a desaparecer, ni hoy ni nunca, pero quizá podríamos ser capaces de fabricar a días, a ratos, pequeños aviones de papel con nuestra ilusión, y quizá, tal vez, si los lanzáramos contra ellas, conseguiríamos hacer algún agujerito por el que se filtraran los rayos de sol...

2 comentarios:

  1. Estimada Maya,
    nuevamente comparto tu punto de vista, tanto el sol como la lluvia son fuentes de vida pero nos afectan de una manera muy diferente. Somos afortunados por estar en una zona geográfica con tantas horas de sol, uno de los mejores antidepresivos naturales conocidos por el hombre. De los artificiales me quedaría con el helado y el chocolate con churros. Además me considero doblemente afortunada por tener en mi casa y en mi corazón una nubecilla que me permite ver la vida a través de esos ojitos enormes de pestañas inmensas. Con él he descubierto que la lluvia forma unos charcos brillantes que da gusto saltar, que las gotas dejan regueros en las lunas que no se alcanzan desde el interior del coche y que las tormentas de verano también te mojan y hace "fío". Por cierto, te espero para repasar las técnicas de aeronáutica que las tengo un poco olvidadas.
    Atentamente, Nube.

    ResponderEliminar
  2. Aprovechando que el Valladolid pasa por el Pisuerga, o similar, quería decirte que te sigo toooodas y cada una de tus incorporaciones en el blog, pero que me es muy dificil escribir ningún comentario desde el "parato".

    Cariño, me encanta leerte; siempre me das una vuelta y es tan fácil dejarse llevar por tus palabras, que siempre me veo como otro protagonista en primera persona.

    Ayer, después de regañarme, me lo digiste, yo te respondí de la misma manera, (bueno, tú me regañaste y yo me excusé, pero......) te quiero muuuuucho.

    Ah, solo un favor, si me respondes, por el FB, pls.

    ResponderEliminar