jueves, 22 de agosto de 2013

Sabina

         Una de las cosas, de las muchas, que se me han quedado en el tintero (nunca una expresión tuvo tanto sentido) durante este año de silencio, ha sido despedir como ella se merecía a mi Yaya del alma.

       Mi Yaya, Sabina, se marchó el 21 de agosto de 2012 tras una lenta y dolorosa agonía. En realidad el alzheimer nos la había robado muchos años antes. Esa maldita enfermedad deja muchos más afectados que el propio enfermo. Es tan cruel que si no eres capaz de conservar tus recuerdos remotos, te roba hasta la más bella imagen de tu familiar.

         Respiramos hondo, muy hondo, porque me he prometido que éste no sería un post triste.

        Mi Yaya fue una mujer preciosa. Me halaga mucho que me digan que me parezco a ella. Lo cierto es que yo sí veo ese parecido, mucho más que a cualquier otro miembro de mi familia. Dedicó su vida al cuidado de su marido y sus hijos, es más, yo diría que al cuidado de cualquier persona que la necesitara. Fue matriarca de una gran familia, plagada de hermanos, sobrinos, conocidos del pueblo... Cualquier persona encontraba en su casa un plato de comida y todo su cariño.

       Yo nací pronto, mis padres aún eran jóvenes, y mis abuelos les dieron cobijo durante tres años, hasta que pudieron fundar un hogar propio. Supongo que durante esos años se fraguó el vínculo que siempre sentí con ella. Tenía una perenne sonrisa y se maquillaba las mejillas con carmín (cómo me hacía sonreír aquello), o si no lo tenía a mano, se las pellizcaba para darles color. Su piel era de porcelana, lo fue casi, casi, hasta el final. Una auténtica lástima no haberla heredado.

        Era muy bajita pero recuerdo con emoción el día en que por fin pude caminar cogida de su brazo. "¡Ya te llego, ya te llego!!" Ya de anciana, cuando aún caminaba, y lo hacía cogida de mi brazo, me decía "Qué alta eres...". Me temo que nunca comprendió el concepto "tacones"...

       Su risa era de esas que parece que están a punto de hacer ahogar a la persona, y se reía por todo, sobre todo de sí misma cuando le corregíamos al decir las cosas. Tomaba "termalgil", "algilasa", iba a la "pistina"... Oirle pronunciar los nombre de los actores americanos era toda una comedia.

      Sabía leer, todo un lujo, siendo la mayor de 6 hermanos en los tiempos que corrían. La recuerdo sentada junto a la ventana, en la mesa camilla, humedeciéndose el dedo para pasar las hojas del periódico. Qué generación, aquella... Buscaba, como supongo que muchos, las esquelas, antes que nada, y por eso lo leía de atrás hacia adelante. He de asumir que esa es la razón por la que también yo lo leo del mismo modo. Quizá algún día yo también busque las esquelas...

        Vivía en un bajo, un hogar que ahora pertenece a mi hermana. Aquello era lo más parecido a vivir en un pueblo. En cualquier momento te encontrabas la cabeza de una vecina asomada a una ventana (y Dios sabe cuánto le molesta eso ahora a mi hermanita...) Pero, claro, a ella le encantaba pues compartía la afición con el resto del barrio.

       Cómo querían las vecinas a "la Sabina"... ¿Y cómo no iban a hacerlo?? Si es que no se podía ser más buena que ella... Me hacía huevos con chorizo frito para cenar. Diréis que eso no es señal de ser buena, pero yo la adoraba por ello, porque mi madre se negaba a hacerlo ( a mi yaya lo del colesterol le sonaba a chino)

     Cuando su mente empezó a fallar, cuando aún era feliz dentro de su pequeño mundo, nos hacía reír muchísimo... "Vive un señor aquí conmigo. No sé quién es. Duerme en la otra cama pero me respeta. Y yo le hago la comida, porque es muy amable..." Nos partíamos de risa. Pobrecito mi yayo... No pudo con aquello, la vida se lo llevó antes.

     No tuvo más que dos nietas, pero ni veinte le hubieran querido más que nosotras. Al final, antes de perder la capacidad de hablar, cuando en su memoria no quedaba apenas nada más que sus recuerdos de juventud, aún le quedaba un resquicio al fondo de su mente en que sabía que nosotras, fuéramos quién fuéramos, éramos dos y yo era la mayor.

     Durante casi dos años apenas pude visitarla. Me dolía tanto verla así, era tal el sufrimiento que me provocaba, que me escondí en una burbuja de egoísmo. Mi madre y mi tío nunca faltaron de su lado. Qué maravillosas personas son... Intentaron siempre hacerle reír, mantenerla guapa, acompañarle, aunque ella no se diera cuenta...

       Y se fue, se fue y dejó tras de sí una estela de amor inolvidable, una impronta de bondad que será difícil que se repita en nuestro entorno y nuestras circunstancias, porque Sabina siempre vivió desde la inocencia y la ingenuidad, desde la ignorancia y la necesidad, tan sólo, de lo pequeño, de lo cercano. Fue feliz, yo creo que fue muy feliz.

MAYA

       Os regalo este post a todos aquellos que habéis disfrutado tanto de vuestras abuelas como yo, y sobre todo y especialmente, a los que las habéis compartido conmigo. Aún me queda Caty, en cuya casa y corazón caben todas las personas del mundo, y no hace tanto se fue Lola, abuela genial donde las haya que mantuvo hasta el final la capacidad de hacer reír a todos los suyos.

4 comentarios:

  1. Qué precioso Post nena... me he emocionado mucho.... No hay mas palabas, no hay mas que añadir, excepto que estoy segurísima de que tu querida Yaya está muy orgullosa de su nieta... :)
    Te quiero mi niña! MUAK!!

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  2. Hoy justo he publicado en el caralibro que mi ìdolo es mi abuela y ahora acabo de leer esto y me llena màs de irgullo todavía! Benditas abuelas... Hay cosas que veo deben ser comunes a todas!! Jajajajajaa son taaan grandes y maravillosas!! Què fortuna la nuestra tener esos tesoros tan dentro nuestra.... Cher

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  3. Siempre nos quedara la duda de sí el enfermo se entera o no...yo tengo la firme creencia decir aunque no conozca, siente el cariño, los besos, los cuidados, los mimos... Hay ir estar, se debe estar... Por el amor recibido años atrás, por esos hijos que están perdiendo lenta, dolorosamente a sus padres

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  4. Maya, como siempre alcanzas nuestros corazones con tu poesía. Tu yaya seguro q está sonriendo allá arriba al leer este texto tan tierno. Según lo leía yo pensaba en Caty, otra abuela increíble; y si a lo largo del post ya se me saltaban las lágrimas...imagínate al llegar al final y ver q la mencionabas!! Te queremos!!

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